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Suavidad
La mayor suavidad se produce, a menudo, de manera inesperada.
Ocurre al deslizarse en los meandros del discurrir de la vida sin más expectativas que el aprecio de esta piedra, este musgo, esta brisa ligera, este pájaro oteador.
Entonces es cuando te das de bruces con la felicidad. Una sensación tan sutil que podría pasar inadvertida.
El fin y su proceso
Una antigua historia cuenta cómo una madre sollozante llegó ante el Buddha, suplicando por la curación de su hijo fallecido. Este le dijo: “Cuando traigas tres semillas de mostaza procedentes de un hogar que no haya sido visitado por la muerte, te ayudaré con lo que pides”.
Placidez
¿Por qué en la turbulencia, en la intensidad, es donde parece que con más facilidad afloran las palabras? Creo que hay varias razones para ello: por un lado la inquietud del alma se asocia con una Red Neuronal por defecto activada, una maraña de pensamientos enfocada a la supervivencia…
Del coraje, el abismo y ‘acertar’
¿Sabes qué es lo más importante del coraje?
Que, para existir, requiere del miedo.
Que son dos caras de la misma moneda, dos partes del mismo proceso, la luz y la oscuridad de la misma habitación.
El miedo es la tiniebla, la fiera que imaginamos al acecho, la ponzoña que amenaza con la asfixia, la pérdida, el ahogo ineludible.
El coraje es saltar sin saber en qué momento surgirá el suelo bajo los pies.
En proceso
Hay momentos especialmente gustosos en los que podemos saborear el cambio. Cierto es que, en el fondo, nada hay más que transformación. La belleza, el asombro, está en la textura del cambio. Ora veloz, como los rápidos de un río que se precipitan por la escarpada montaña. Ora un remanso, aparentemente quieto y, sin embargo, transitante…
El fuego de un comienzo
Nos fascinan los nacimientos: los seres pequeñitos, sonrosados y turgentes; la plántula que se abre paso entre la tierra negruzca; las ideas que, de la nada, se tornan centellas fulgurantes. Sin embargo, olvidamos que todo comienzo tuvo un final que lo anticipó: que el nacimiento es posible porque hubo muertes que lo precedieron…
Visión (un anhelo)
Esta es la paradoja del ser humano: anhelamos una brújula, una Estrella Polar, algo que sea cierto, estable, verdadero. Y a la vez, lo único que existe, de alguna manera, es este instante, en el que se funde la Tierra concretada con el sueño de la consciencia encarnada.
Primavera agostada
Camino entre las arboladas de un pequeño rincón sombreado en los Montes de Toledo. La primavera muestra, cansada, atisbos de sus esplendor.
Destellos en la negrura (presencia)
Un “juego” literario y una de los ejercicios creativos que más disfruto es mostrar, a través de la escritura, como cada momento, por romo que parezca, es único, especial, distinto y dotado de la posibilidad de ser amado. Hay una forma sencilla de hacerlo: visualiza ahora el futuro y nota cómo esta circunstancia, con toda seguridad, un día no existirá. Este momento, quizá, cobre entonces una nueva dimensión
Aire fresco (en el edificio dormido)
Aire fresco penetra / tras los cristales / del edificio dormido.
La misión despierta, levemente, / los corazones ausentes.
Todos contemplando, en lo hondo, / el recuerdo que anhelan.
Un trueno en el espacio
La luz ocre de la noche/empapa la habitación dormida.
El silencio devuelve al mundo/la vacuidad que siempre fue.
Confianza
En los días de calor más intenso, el aire se torna pesado como una lona que cayera sobre los hombros. La retirada a un pequeño pueblo en los Montes de Toledo, cuna de ancestros, invita a la parada y la reflexión sobre futuros caminos, trazos en el aire que dibujamos con pretendida intencionalidad.
Bajo los velos
¿Dónde se asienta / eso que es esencia?
En la calma, en el vacío, / en la vacuidad sostenida y permitida.
Lo esencial y la danza
Lo esencial no es / el lucero que relumbra,
sino la danza que surge /
en la espaciosidad inmensa.
Cielo ardiente, mente inquieta (es la atención lo que transforma)
Cuando hablamos de práctica de escritura, como en la vida, tenemos dos opciones: una, actuar desde el mejor estado mental posible y notar cómo el resultado agradece ese equilibrio previo; y dos, actuar —en este caso, escribir— desde la niebla mental. Lo cierto es que es la atención lo que transforma. La vitalidad descansa, o puede descansar, en la escritura misma
Milagro en plata
Una risa cantarina / Una luna que se alzaba / Sus ojos como diamantes / Mis niños, milagro en plata
Nada siento más hermoso / Su voz dulce y lozana, / el fulgor de sus bellos ojos, / el calor que de ellos mana